Description
Libro - Book
INTRODUCCION.
SANTA MARIA DEL PUERTO DEL PRINCIPE
Cuba, descubrimiento.Fundación del Puerto del Príncipe.Camagüey, su suelo, clima, medio y población.Historia de este periodo colonial.
En su Historia de las Indias describe el Padre Fray Bartolomé de las Casas, aquel prodigio de dulzura y de energía, «que parece estar vivo todavía, porque fue bueno, que el domingo, 28 de Octubre de 1492, llegó el Almirante Cristóbal Colon a la isla de Cuba, a la cual púsole por nombre Juana, por el príncipe D. Juan, que entonces vivía, Príncipe heredero de los reinos de Castilla. Y continúa el historiador famoso su narración, en estos términos: « llegado a la isla de Cuba, Juana, entro en un rio muy hermoso y muy sin peligro de bajos ni otros inconvenientes, y, toda aquesta costa era muy hondo y limpio, hasta dar en la tierra, y en la boca del rfo había doce brazas, y bien ancha para voltear; tenfa dos montañas hermosas y altas, y asemejarlas el Almirante a la peña de los Enamorados, que esta cerca de Granada, y una de ellas tenia encima otro montecillo a manera de una hermosa mezquita, donde, algo adentro, aunque a tiro de lombarda. Cuando iba a entrar en el puerto, vio dos canoas, y saltando los marineros en las barcas para ver que fondo había para surgir, huyeron las canoas creyendo que los querían seguir. Aquí, dice el Almirante, que nunca cosa tan hermosa vi; todo el rfo cercado de arbolesles verdes y graciosos, diversos de los nuestros, cubiertos de flores y otros de frutos, aves muchas y pajaritos que cantaban con gran dulzura, la hierba grande como en el Andalucia por Abril y Mayo, vio verdolagas y muchos bledos de los mismos de Castilla, palmas de otra especie que las nuestras, de cuyas hojas cubren en aquella isla las casas... subió en la barca por el rio arriba, decía que nunca ojos de hombre, tan deleitable ni tan hermosa cosa vieron. Tierra llena de puertos maravillosos y grandes ríos; la mar sin algún temor de habido señal, que de todas aquellas islas la mar tormenta, la señal de lo cual es estar la hierba, hasta el agua salada, crecida, la que no suele haber cuando la mar es brava, y hasta entonces nunca ha habido señal, que de todas aquellas islas la mar fuese alta o impetuosa. Decía ser la isla llena de montañas muy hermosas, aunque no muy altas, y toda la otra tierra le parecía como la isla de Cecilia, alta; tierra de muchas aguas, y, según los indios que consigo llevaba le decían, había en ella diez ríos grandes... Puso nombre a aquel rfo, conviene a saber, San Salvador, por tornar a dar a nuestro Señor, el reconocimiento de gracias por sus beneficios, en lo que primero vía de aquella Isla; y por ver mas la calidad de ella y tomar lengua de la gente que en ella vivía; lunes, 29 de Octubre, alzó las velas y navegó hacia el Poniente para ir, a la ciudad donde le parecía que los indios que consigo llevaba, que estuviese el Rey de aquella tierra, le señalaban. Fue por la costa abajo, y vio una lengua de allí un rio, no tan grande la entrada como el de arriba, el cual llamó el rio de la Luna. Anduvo hasta hora de vísperas, y vio otro rio muy grande que los que había visto, según que los indios por señales le dieron a entender, cerca del cual vieron buenas poblaciones de casas, y a este puso nombre rfo de Mares ... De la isla y tierra, dice el Almirante, que era tan hermosa que no se hartaba de verla, y que hallo flores y frutas de maravilloso sabor ...
Con el cantar de los pajaritos y muchas aves de día, y el de los grillos de noche, todos los cristianos se alegraban y holgaban. Los aires sabrosos y dulces, por toda la noche; frio ni calor ninguno, como en Castilla por Mayo. Como por las otras islas y por el camino de entre ellas, sentían calor; atribuirlo el Almirante, a que eran llanas todas, y al viento Levante que venteaba y atraía. El miércoles 30 de Octubre, salio de este puerto y rio de Mares, y, costeando la costa de la mar abajo, después de haber andado 15 leguas. vio un cabo de tierra lleno de palmas, y púsole nombre cabo de Palmas. Pero dejemos al Almirante oyendo a Martfn Alonso, .....
Autor: Federico Cordova
Editor: Tropico, 1928
Paginas: 262 de 5 X 8 pulgadas.
Have one to sell?